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Ya ha pasado más de una semana desde la muerte del Papa Francisco e incluso ya se ha celebrado su funeral, pero no me resisto a dedicarle este artículo al primer pontífice “verde” de la historia.

Alguno de sus antecesores ya habían mostrado cierta preocupación por la degradación medioambiental del planeta, pero él fue el primero que dedicó una encíclica a esta crisis climática sin precedentes: “Laudato si”.

Fiel a su carácter no se escondió o evitó posicionarse sobre el principal reto de la Humanidad, muy al contrario fue un activista convencido de que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad eran también problemas sociales que afectaban de manera más profunda a los más pobres y que había que abordarlos holísticamente.

Estamos acostumbrados a ensalzar siempre los logros de las figuras públicas tras su fallecimiento, sin embargo, en el caso de Jorge Mario Bergoglio es justo reconocer que ha sido uno de los líderes mundiales que más alto y claro se ha pronunciado a favor de frenar el cambio climático, adelantándose incluso al Acuerdo de París con la encíclica mencionada e influyendo directamente en este y otros avances logrados.

Fue tan valiente y decidido que incluso llegó a entregar una copia de “Laudato si’ ” al presidente Donald Trump durante su primer mandato en la Casa Blanca

El Papa Francisco decía que se trataba de “proteger la creación, como dijo el Génesis y como nos mostró San Francisco de Asís, respetando cada criatura de Dios”. Fue tan valiente y decidido que incluso llegó a entregar una copia de “Laudato sí” al presidente Donald Trump durante su primer mandato en la Casa Blanca.

Una lástima que ni siquiera muchos de los líderes católicos mundiales hayan seguido estas directrices papales. Podríamos preguntarle al actual vicepresidente norteamericano, J.D. Vance, católico practicante y uno de los últimos en ver vivo a Francisco, que está haciendo por aplicar esta doctrina de la iglesia a sus políticas. Ya les avanzo, yo la respuesta: NADA, más bien sus actuales políticas, van radicalmente en contra de esta visión medioambientalista. Lo mismo les podríamos decir a los supuestamente ultra católicos de VOX, que se empeñan en negar una evidencia aplastante.

Entre las cuestiones de las que habló sin tapujos el sumo pontífice estaba su apuesta entusiasta por las energías renovables, de hecho, él fue el responsable de que muchos de los edificios del Vaticano se llenaran de placas solares. Predicar con el ejemplo, algo que en nuestros días no está muy de moda.

Este es un tema que en Euskadi nos afecta de lleno y en el que, desgraciadamente, somos testigos de acciones tan lamentables y condenables como el ataque con bengalas al domicilio de Aritz Otxandiano, responsable de sostenibilidad del Grupo Fagor y hermano del portavoz parlamentario de Bildu, por mostrar públicamente su apuesta por un despliegue ordenado de estas energías en nuestro territorio.

Es lamentable que en el siglo XXI sigan existiendo personas que no admiten pensamientos contrarios a los suyos y que emplean la violencia y la coacción para intimidar a los demás

Está claro que ni estos anónimos encapuchados, ni los que los jalean tienen mucha caridad cristiana. Es lamentable que a estas alturas del siglo XXI en nuestra sociedad sigan existiendo este tipo de personas que no admiten pensamientos contrarios a los suyos y que emplean la violencia y la coacción para intimidar a los demás.

Por si no lo recuerdan, 2024 fue el año más cálido desde que comenzaron los registros de temperatura allá por 1880. Son datos de un análisis liderado por la NASA. Frente a este hecho objetivo, miles de líderes mundiales que tienen en su mano revertir este calentamiento desde sus pueblos, ciudades, regiones o países siguen dándole la espalda a esta evidencia, por eso ha sido tan importante que el Papa Francisco se haya posicionado de manera tan clara sobre la necesidad urgente de combatir esta crisis climática.

El mismo calificó el Ecocidio como un pecado, fue el primer papa en viajar a la Amazonia y promover abiertamente su protección. No le importó recibir en el Vaticano a los presidentes de las principales compañías petroleras del mundo para animarles a transitar hacia energías más limpias u organizar la conferencia de la Iglesia Católica sobre la resiliencia climática. Animaba a todos a cuidar la “casa común” y a aplicar un modelo económico más sostenible para frenar la degradación ecológica y la injusticia social. Incluso buscaba un diálogo permanente entre ciencia, política y religión.

Con la acuciante necesidad de líderes valientes y con criterio en nuestra sociedad, siempre es una pena despedir a uno que lo fue en un aspecto tan trascendental para la Humanidad como lo es el cuidado de esta “casa común”.

Seguro que también tuvo sus contradicciones y sus desaciertos, pero es innegable que la lucha contra el cambio climático tuvo en Francisco a uno de sus principales valedores. Ojalá que este espíritu permanezca en la Iglesia Católica y sobre todo, cale de verdad en nuestros gobiernos y entre todos nosotros porque como solía decir él Papa a los negacionistas: “es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente a las vidas y las familias de muchas personas”.