Según el informe Aurrera Begira, publicado por el Gobierno vasco, el 44% de los jóvenes de entre 15 y 29 años que aún viven con sus padres no creen que vayan a emanciparse en el plazo de un año incluso aunque quisieran hacerlo, algo que el Gobierno vasco relaciona con la dificultad para acceder a una vivienda y con la precariedad laboral; suena a obvio porque cualquiera que quiera independizarse, necesita residir en una vivienda que pueda pagar con los recursos que obtenga de su trabajo; y ahora mismo, la vivienda en Euskadi es un artículo de lujo y los salarios, a esas edades, en caso de tener trabajo, no suelen ser excesivamente altos sino todo lo contrario.

En todo caso, los análisis deberían hilar más fino, porque las circunstancias vitales de un joven de 15 años no guardan relación con las de un joven de 29; y si cerca de la treintena es razonable que uno quiera emanciparse, no parece que a un adolescente ni siquiera se le ocurra; en algunos casos, de hecho, es justo lo contrario, son los padres los que gustosamente se independizarían de sus adolescentes, la mayoría de los cuales tienen en sus domicilios paternos más de lo que necesitan.

El 32% de los entrevistados considera que no podrán ser padres antes de los 30

Pero sí, nos entendemos, y, bromas aparte, es verdad que los jóvenes lo tienen crudo para acceder a una vivienda incluso compartiéndola con familiares y amigos, y es algo que los poderes públicos deben al menos ayudar a resolver haciendo algo más que publicar encuestas. En todo caso, añado, el mayor drama no es que un joven no pueda independizarse, sino que los mayores que llevan décadas trabajando apenas puedan pagar el piso donde residen, víctimas del encarecimiento de la vivienda, de los bajos sueldos y de las precarias condiciones laborales.

El informe da cuenta de la dificultad que existe hoy día para poder tener hijos, ya que el 32% de los entrevistados considera que no podrán ser padres antes de los 30, lo cual, en los tiempos que vivimos, viene a ser una proeza y, por cierto, no precisamente muy recomendable. Ese porcentaje se ha incrementado en los últimos tiempos en algo más de seis puntos. Sin más análisis, esta pregunta no aporta nada que no sepamos, ya que es otra obviedad conocida que hoy se tienen los hijos a edades más avanzadas que en el pasado. Y no es ni bueno ni malo sino todo lo contrario, consecuencia de la sociedad que hemos construido y de las obligaciones que nos hemos impuesto.

La gente joven que me rodea, están bastante centrados en obtener las mejores notas que puedan

En la encuesta hay aspectos positivos, como que tres de cada cuatro jóvenes en paro consideran que encontrarán trabajo antes de un año, siempre que no se refiera a los que apenas han cumplido los 20, momento vital en el que uno debe dedicarse a otros menesteres, entre ellos, aparte de divertirse y probar experiencias que los motiven, formarse académicamente. Quizás puedan recurrir a trabajos de fin de semana o estivales para pagarse los vicios que todos hemos tenido y que algunos mantenemos, pero no conviene confundir los términos y comenzar a trabajar antes de tiempo, no vaya a ser que tal cosa te lleve a una posterior concatenación de empleos precarios por falta de formación apropiada; ya que algunos, viendo el bolsillo lleno, terminan acomodándose en trabajos mal pagados y olvidándose de los estudios. Todos conocemos a prebostes con mando en plaza que son verdaderos cafres, incluidos unos cuantos ministros y ministras, pero siempre es mejor tener formación bastante que carecer de ella y, consecuencia de ello, verte atado sine die a trabajos que nunca harías. Es aconsejable no aborrecer los lunes.

Por lo que veo entre la gente joven que me rodea, están bastante centrados en obtener las mejores notas que puedan: por un lado, para estudiar aquello que les apetece; por otro lado, para acceder después a los mejores trabajos posibles, que no tienen por qué ser los que mejor paguen sino aquellos que a uno le apasionen. De hecho, habida cuenta la competencia hoy día existente y quizás por la presión que sobre ellos se ejerce, los veo incluso excesivamente obsesionados, hasta el punto de no tener otra conversación que el examen de pasado mañana; no obstante, no he hecho una encuesta al respecto sino trabajo de campo cercano, así que probablemente esté equivocado y todos ellos pasen de casi todo, como dice una mayoría. Mi hija es la excepción que confirma la regla: apenas da problemas, practica deporte, va mejorando en los estudios y se apunta a un bombardeo; Carpe diem, nos decimos, como si ambos tuviéramos la edad que tiene ella.

Lo que más importancia confieren los jóvenes es a la salud, tanto la mental como la física, a la familia y a los amigos

Por lo demás, leo que a lo que más importancia confieren los jóvenes es a la salud, tanto la mental como la física, a la familia y a los amigos, lo cual me parece estupendo. Y, en general, a pesar de las dificultades, se sienten satisfechos con su vida. Si lo pensamos fríamente, lo contrario sería un fracaso colectivo estrepitoso, dado que tenemos la suerte de vivir en la parte del mundo donde mejor se vive, Occidente, a diferencia de donde vive la mayoría, que no puede decir lo mismo; lo cual, ciertamente, no quiere decir que aquí no tengamos nuestros problemas y nuestras preocupaciones, en parte por la pirámide de Maslow y en parte porque vivimos atados a la rueda capitalista del consumo extremo de cosas que no necesitamos, para lo cual recurrimos a trabajar en empleos que no nos gustan. Pero no vayamos a ponernos filosóficos, que nos deprimimos.

Si tuviera que darles algún consejo, les recomendaría capacidad de adaptarse a los cambios y de hacer frente a las incertidumbres. Como consecuencia de la globalización, los avances tecnológicos, la robótica o la inteligencia artificial, todo cambiará extraordinariamente rápido; de hecho, ya lo está haciendo. Nos cuesta imaginarnos dónde estaremos dentro de diez años, más si pensamos cómo evoluciona el mundo y la salud de algunos de los que nos gobiernan. Así que esa capacidad de adaptarse a los cambios y de hacer frente a las incertidumbres puede ser lo que nos salve (lo que los salve) de algunos problemas, o al menos lo que les permita superarlos con las menos heridas posibles; o al menos que estas cicatricen antes. Siempre hay quien nos recuerda el proverbio chino que aconseja no preocuparse ante determinado problema: si tiene solución, porque la tiene; y si no tiene remedio, porque no lo tiene. El asunto, sin embargo, es la incertidumbre de no saber si tiene o no tiene remedio.  

Por lo demás, dirigir la propia vida como consideremos, que no tenemos otra. Y coherencia entre lo que se piensa y cómo se vive. Y reinventarse y volver a empezar cuando sea necesario.