
El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, y el lehendakari, Imanol Pradales), a su llegada al 'Foro Agenda Atlántica' Europa Press
Inmigración y tabús
La polémica entre los socios del Gobierno vasco por el enfoque de la inmigración reaviva el debate político y social
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Quizá porque nos ha pillado con el pie cambiado la última polémica de los socios de Gobierno PNV y PSE sobre inmigración, aún no he podido despegar mis cejas del cogote. Absolutamente perpleja por el manoseo, que a una cuestión tan crucial, se le está dando a brochazo limpio y con tanta irresponsabilidad que solo cabe beneficio y satisfacción de quienes sí han alentado en Euskadi la xenofobia y la ligazón de la llegada de migrantes a problemas de seguridad, es decir, Partido Popular del País Vasco y Vox. Regocijo, brindis y champán para celebrar que el único tema que saben con eco social populista pueden estrujarlo hasta dejar los pozos intestinales bien secos.
El debate se ha abierto inesperadamente a raíz de unas declaraciones del lehendakari, Imanol Pradales, en un foro sobre demografía, talento e inmigración. "Tenemos que ver qué necesidades tiene nuestra sociedad y nuestra economía", dijo Pradales, planteando la necesidad de una política migratoria estructural a nivel europeo. Aunque el rábano se ha cogido por las hojas al añadir: “tenemos que ver qué inmigración tenemos y cuál estamos recibiendo”.
En un asunto como este reconozco que comunicativamente el mensaje no está ajustado, no cierra un debate pertinente sobre cómo debemos afrontar desde la estructura económica y empresarial la mano de obra que nos hace falta o la necesidad de población que ayude a contribuir a revertir nuestro invierno demográfico.
Si bien la inmigración es un fenómeno imparable al que abrazar, no es menor la importancia de su encaje en la sociedad autóctona
Para dejarlo nítido, el debate no se puede rehuir por miedo, prejuicios e intereses partidistas. Si bien la inmigración es un fenómeno imparable al que abrazar, no es menor la importancia de su encaje en la sociedad autóctona, no exento de retos y dificultades sociales y políticas.
En aras a la responsabilidad, no hay que regalarle esa bandera a la ultraderecha, hay que trabajar con escrupuloso respeto a los Derechos Humanos y máxima estima a seres humanos que vienen huyendo de la miseria para labrarse un futuro mejor para ellos y sus descendientes.
Creo que la labor que ha realizado el Gobierno Vasco estas últimas décadas nos ha situado en la vanguardia como modelo de acogida en El Estado español y en Europa, a pesar de no tener todas las competencias sobre migración. ¿Acaso no ha sido Euskadi, en concreto el lehendakari, y Canarias quienes han liderado la respuesta ante la insufrible situación de menores migrantes en las Islas, mientras el resto de Comunidades Autónomas desoían sus responsabilidades?
Y en estas estábamos cuando la delegada del Gobierno, Marisol Garmendia, ha arremetido contra lo dicho por Pradales censurando la diferenciación entre tipos de migración “hacen falta tanto titulados como personas de baja cualificación” y yendo más allá, en un ataque directo contra el PNV, por su petición de reconsideración del macrocentro de acogida de refugiados en Gasteiz, asemejando a los jeltzales a la “caverna de la derecha representada por PP y Vox”. Parafraseando a su jefe directo, el presidente Pedro Sánchez, le preguntaría si es mala fe o insolvencia.
Ekain Rico ha afirmado que declaraciones así rompen con el Pacto Social Vasco, al que el jeltzale le ha respondido que tanto su partido como el lehendakari quieren estar al frente de un país de acogida
También los parlamentarios Ekain Rico y Joseba Díaz Antxustegi se han enzarzado a cuenta de este tema. El socialista ha afirmado que declaraciones así rompen con el Pacto Social Vasco, al que el jeltzale le ha respondido que tanto su partido como el lehendakari quieren estar al frente de un país de acogida, pero la migración tiene que ser “ordenada, regular y segura”.
Ordenada, regular y segura tres calificativos que ya había escuchado con anterioridad no hace tanto. Concretamente, el agosto pasado, en la visita que realizó Pedro Sánchez a tres países africanos, Mauritania, Gambia y Senegal, con el objetivo de reforzar la cooperación bilateral para afrontar el desafío migratorio desde una perspectiva multidimensional, en el contexto de la crisis migratoria existente y del esfuerzo de las relaciones de España y África occidental, rezaba la nota de prensa.
En la firma del acuerdo con Mauritania, Sánchez afirmó que el fenómeno migratorio es una cuestión moral, pero también de racionalidad y que se deben impulsar fórmulas que permitan gestionar, de una manera humana, segura y ordenada. Con toda honestidad, no veo diferencias sustantivas entre lo dicho por uno y otro dirigente.
Pero como advertí al comienzo, desde el Partido Popular han arrimado el ascua a su sardina para afirmar que el PNV ha comprado su discurso y se felicitan por ello. Desde EH Bildu afean las desavenencias públicas de los socios de Gobierno y de parte de Podemos y Sumar critican lo que han calificado de discurso xenófobo y racista que trata a la inmigración como mercancía.
Si analizamos por qué está creciendo la ultraderecha, uno de los elementos fundamentales es que cualquier debate sobre migración es tabú, alimentado por bulos y la desinformación. Me niego a que ese terreno sea abono para el populismo porque ponen en juego la tolerancia y la solidaridad como ejes vectores de la sociedad vasca.