
Juan Pablo Landa: "La conflictividad se da en sectores marginales, no en empresas importantes"
Juan Pablo Landa: "La conflictividad se da en sectores marginales, no en empresas importantes"
El experto en sindicalismo, Catedrático de Universidad de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social por la UPV y recién jubilado, dice que "los sindicatos deben tomar las negociaciones con antelación para tener efecto, sino es difícil"
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Comienza un 1 de mayo algo atípico respecto a otros años. Quizá no se hable tanto del salario o de la precariedad laboral, sino más de las guerras, de los aranceles impuestos por Donald Trump o de la dependencia energética, puntos en los que los sindicatos tienen un papel que puede ser esencial en muchos aspectos. Sobre ello habla el experto en sindicalismo Juan Pablo Landa (Irún, 1953) para este medio digitial.
El Catedrático de Universidad de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social por la Universidad del País Vasco, recién jubilado, trata la posible pérdida de los sindicatos en lo que respecta a la capacidad de influencia y aconseja que, en lo que respecta a la situaciones que se están viviendo tanto en Bridgestone como en Astilleros Balenciaga, quizá deban tomar las negociaciones con mayor antelación para tener más efecto.
- En un mundo tremendamente global y complejo, en el que prima lo individual, ¿Cree que han perdido los sindicatos capacidad de influencia?
- Parece que sí, que el sindicalismo se defiende con los trabajadores clásicos o tradicionales de la situación sindical, las elecciones sindicales. Pero bueno, no parece que culturalmente el ejemplo sindical sea un referente ni para los jóvenes ni para muchos ciudadanos. Y eso posiblemente tenga que ver también con el desdibujamiento de lo que ofrece un sindicato. En unas relaciones laborales que cada vez son más nuevas, como sectores tecnológicos, las nuevas empresas no obedecen al patrón de empresa jerarquizada. Los trabajadores que deben cumplir con sus horarios y sus tareas, bajo el mandato de una persona más o menos omnipresente que manda todo. No pienso tanto en Euskadi como en las grandes empresas del mundo, especialmente las americanas que nos muestran un poco lo que puede ser el futuro venidero y no voy a hablar de la inteligencia artificial y los cambios en la organización del trabajo y en la forma de funcionamiento de las empresas que esto pueda cargar. Creo que los sindicatos ahí andan con cierta retraso y posiblemente el modelo clásico de lucha sindical tenga que adaptarse a una realidad donde la reivindicación y la lucha por unas mejores condiciones salariales no sea el 'late motiv' que mueva a la gente.
"No parece que culturalmente el ejemplo sindical sea un referente ni para los jóvenes ni para muchos ciudadanos"
- ¿Es la sociedad vasca más colectiva y más politizada que la media europea? Es decir, si la afiliación es más alta.
- Bueno, la media europea no sé cuál es. Pero hay tradicionalmente una afiliación más alta en los países nórdicos que en los países del sur. Es más baja, y en Euskadi es más alta que la media española. Estamos hablando de porcentajes que además no se conocen porque los sindicatos no dan sus datos de afiliación. Por tanto, si un sindicalismo es un afiliado estable y permanente, ese sindicalismo en nuestro país, incluso en Euskadi, no es muy bajo. Estamos a niveles superiores a los de Estados Unidos, que también es más bajo todavía, pero muy por debajo de la media europea, como decías. Eso no quita para que ese problema fuera resuelto desde hace ya muchos años con las elecciones sindicales. Esa falta de afiliación se suple con un apoyo electoral por parte de los trabajadores en las famosas elecciones sindicales que se convocan cada cuatro años. Y esa falta de afiliación se suple también con medidas de ayudas públicas que subvencionan lo que las cuotas sindicales no te dan y permiten mantener una estructura sindical, más con cuadros y gente liberada, bastante fuerte y bastante expandida en todos los pueblos y lugares donde hay problemas. La representatividad por voto y las subvenciones públicas hace que el sindicato se maneje con cierta solvencia en la realidad presente.
- ¿Cree usted que el discurso sindical debe ir más hacia la 'colaboracion' con las empresas e instituciones y menos con la confrontación?
- Lo cierto es que en Euskadi no es muy colaborativo. En Francia por ejemplo hay un sindicalismo, la CGT, que es un sindicato más colaborador, más de negociación y colaboración, frente a la CFDT, que es otro sindicato más tradicional en el sentido de reivindicativo y no colaborativo. En Euskadi no creo que se pueda hablar de ningún sindicato colaboracionista o colaborador. Son todos de corte clásico tradicional y reivindicativo que tendrían que evolucionar hacia un modelo distinto. Creo que es urgente hacerlo si quieren realmente pintar algo en lo que es la composición de los nuevos modelos organizativos de las empresas, que creo que existen y están prosperando sobre todo en las empresas punteras y las más innovadoras.

Juan Pablo Landa posa para Crónica Vasca en su lugar de residencia, Irún.
- ¿Es preocupante la alta conflictividad laboral en Euskadi? De ser así, ¿Pone en riesgo inversiones?
- Creo que conflictividad hay, pero no precisamente en sectores estratégicos. La conflictividad, si nos damos cuenta, se produce en sectores bastante minoritarios y marginales desde el punto de vista productivo. Las empresas importantes no tienen grandes conflictos, salvo cuando están en proceso de cierre o de crisis total, a veces cuando surge el conflicto. Entonces, yo no creo que ese sea un factor que tengan en cuenta los inversores, al menos en los sectores donde tradicionalmente se invierte. Estamos hablando de servicios, de limpieza, de cuidados, de enseñanza. Ahí no se reclama tanto inversiones, sino subvenciones públicas o de financiación pública. Realmente los conflictos se están encendiendo mucho al ámbito de los servicios públicos y no tanto a la industria tradicional.
- ¿Hay excepciones?
- Siempre las hay, y seguro que esto se ha de contrastarlo con los datos que se manejen. No tengo tampoco un acceso a datos, tampoco se difunden mucho los datos de conflictividad, porque se mezcla mucho una huelga con un conflicto colectivo, pues no es lo mismo. O sea, que si hay actos de huelgas, pues no creo que sean tan estremecedores, menos en los últimos años. Desde la pandemia yo creo que la gente se ha moderado mucho y los sindicatos de alguna forma también. Y ahora, ya lo vemos con el apagón. Esto nos obliga a reflexionar sobre lo que puede ser un futuro más o menos distópico, en donde estas cosas puedan pasar más a menudo y pueda obligarnos a ser más colaborativos. De hecho parece que ha respondido la población, ha reaccionado de una manera muy positiva en toda España. En ese sentido, igual eso es un dato de esperanza para el futuro.
- Volviendo al tema de la sociedad politizada, ¿Cree que hay demasiada dependencia entre sindicatos y partidos políticos?
- Esa dependencia ha existido siempre, sobre todo en los partidos de izquierda. Los sindicatos corren transmisión del Partido Socialista, del Partido Comunista. Desde el comienzo de la transición había sindicalistas que en los escaños de estos partidos, empezando por sus secretarios generales en el Congreso, Marcelino Camacho y Nicolás Redondo fueron también diputados. Por tanto, esa colaboración era muy cerrada. En el caso vasco, igual un poco menos, porque no se ha visto tan palmariamente esa implicación entre cuadros sindicales y cuadros políticos. Pero esa colaboración yo creo que existió tradicionalmente en el ámbito del Partido Nacionalista Vasco con el ASTV, que ya no es pero bueno. Después la presencia o la influencia del partido socialista o de la antigua Herri Batasuna son evidentes. Entonces bueno, esa vinculación con los partidos políticos evidentemente no es buena para la independencia sindical y para que se tenga un modelo no politizado de la función del sindicato y de lo que ofrece. Y eso evidentemente no creo que ayude a animar a la filiación sindical, porque si ya los partidos políticos están desprestigiados entre la población, los sindicatos pues yo creo que les pasa lo mismo precisamente porque imitan un poco el funcionamiento de los partidos políticos e incluso se confunden con ellos. Y eso evidentemente no creo que sea correcto, ni sea de una buena imagen al funcionamiento sindical y a su popularidad entre las clases de las clases.
"La dependencia ha existido siempre, sobre todo en los partidos de izquierdas. Los sindicatos corren transmisión del Partido Socialista, del Partido Comunista"
- A día de hoy se habla mucho de lo que está ocurriendo tanto en Bridgestone, una multinacional que se plantea 350 despidos, como en Astilleros Balenciaga, que se juega el futuro de 70 empleados. ¿Qué se puede hacer desde el sindicalismo?
- ¿Qué es lo que pueden ofrecer los sindicatos para que estas empresas reconsideren su posición de cierre? Bueno, igual dar una moratoria a sus reivindicaciones, pactar un plan a largo plazo de recuperación de la empresa a base de sacrificios laborales y empresariales, no solamente empresariales, bueno, se me ocurre. Esto ya se hizo en Volkswagen Navarra hace muchos años, que también Volkswagen al final terminó invirtiendo en Navarra porque los sindicatos se comprometieron a un plan de largo plazo de no liarla. Y bueno, el momento no es cuando ya la decisión de cierre está tomada, y sobre todo si es una multinacional. Llegar al nivel de decisión donde se toman estas decisiones, posiblemente fuera del país, pues evidentemente es complicado, y más para un sindicato. De hecho, quien está intermediendo ahí son los poderes públicos, una vez más. Gobierno, más. Y al final son los que sustituyen la acción sindical. Lo cual no sé hasta qué punto es correcto. Desde el punto de vista del mercado, eso no es bueno.

Juan Pablo Landa, durante una intervención.
- ¿ Por qué lo comenta?
- El motivo principal se centra en que juegan con ventaja las empresas que obtienen su actividad pública frente a las que no las piden. Eso en el fondo lo que hace es que esa empresa se salve por el momento, pero en cuanto se gaste el dinero, pues volverá a las andadas. Si ésta no es económica, financiera o productiva solamente, no produce beneficios, pues esa empresa está condenada al cierre. E intentar prolongar esa agonía a base de dinero público mal gastado no es una buena idea. Y sobre todo porque produce distorsiones en el mercado. Entonces creo que los sindicatos lo que tienen que hacer es actuar con mucho más conocimiento de causa de la situación de la empresa, ser más participativos en las tomas de decisiones de la empresa y eventualmente, cuando llegue el momento, haber tomado todas estas negociaciones con antelación suficiente para que produzcan algún efecto. Y poco más.